Asido

Asido, ubicada en la actual Medina Sidonia, se encuentra emplazada en la comarca de La Janda, a 46 km de Cádiz. La ciudad, que se habría desarrollado a partir del Cerro del Castillo, donde se estableció la acrópolis defensiva reconvertida en praesidium (Lagóstena 2011: 165), se extendió a lo largo del propio cerro y la ladera SO. Esta expansión alcanzaría el denominado Cerro de Medina, que acabaría sustituyéndolo como lugar principal de asentamiento ya en época protohistórica. Germen de la comunidad cívica posterior, el término urbano permanecería invariable hasta el siglo X d. C. Adscrita tradicionalmente al conventus Hispalensis donde extrañamente la sitúa Plinio, la investigación reciente la considera una civitas del conventus Gaditanus; de hecho, en el Corpus Urbium Baeticarum (https://cvb.vrbanitas.es/), Asido no figura entre las ciudades del conventus Hispalensis.
El nombre de la ciudad, Asido, se ha relacionado tradicionalmente con la ciudad de Sidón, pero Padilla Monge (1984: 55-58), propone que pudiera tratarse de un topónimo turdetano adaptado a la lengua fenicia hasta su total asimilación; Correa, por su parte, considera -ido un sufijo turdetano (2009: 295, nota 9). Como hemos referido, Plinio (Nat. Hist. III.11) se refiere a Asido como una colonia del Conventus Hispalensis. A mediados del siglo II d. C., Ptolomeo menciona Ἀσινδον en su Geografía (2.4.13, 6.30-36.50) dentro de las 39 ciudades turdetanas. En el Anónimo de Ravenna se nombra a Assidone en un ramal secundario de la Via Augusta, que conecta Asido e Hispalis.
En la zona, las huellas de población se remontan a tiempos prehistóricos como en el Cerro de las Madres desde época del Cobre, o en el Cerro de El Berrueco, cuya secuencia poblacional abarca desde el II Milenio a. C. hasta época medieval. Pero la constitución de Asido como comunidad cívica se produce con la llegada al poder de los Bárcidas y su introducción en los circuitos comerciales púnicos. A excepción de las leyendas de las acuñaciones libiofenicias del siglo II y mediados del siglo I a. C., donde aparece el nombre de la ciudad (HSDN/’SDN) y la comunidad cívica (b‛l/b‛b‛l), no se han encontrado inscripciones de esta época.
Asido no estuvo presente en los acontecimientos históricos de los siglos III y II a. C. Durante la Segunda Guerra Púnica cayó bajo el poder romano poco antes que Gadir (206 a. C.), y sin presentar resistencia. Su promoción estatutaria parece estar ligada a César y a Augusto, siendo un tema muy debatido por diversos especialistas: contrariamente a lo expuesto por Plinio (Nat. Hist. III.11), Hübner (1869: 179), Vittinghoff (1951: 104), Galsterer (1971: 20) y Wiegels (1985: 17) consideran que se trató realmente de un municipium, debido a la presencia de IIIIviri en la epigrafía asidonense (CIL II 1315); siguiendo a Plinio, Thouvenot (1940: 190), Henderson (1942: 7-12) y González (2011: 273-296) siguen defendiendo su status colonial. Unificando ambas opciones está la tesis de Padilla Monge (1985), que propone un estatuto municipal previo al 27 a. C., y una conversión en colonia ya en época augustea. Pero es en el Bajo Imperio cuando Asido adquiere gran relevancia, desplazando a Gades: las aristocracias insulares gaditanas se trasladaron de forma definitiva a sus posesiones continentales, especialmente a lo largo de los siglos III y IV d. C. La ciudad se convirtió en la nueva sede del poder local, incluso tras la caída del Imperio Romano de Occidente, siendo Asidonia –como se denominó entonces- un lugar clave en la provincia bizantina de Spania. Conquistada en 571 por Leovigildo, quedó bajo dominio visigodo hasta 589, cuando de nuevo fue recuperada por los bizantinos. En el siglo VII, fuera ya del dominio bizantino, se convirtió en capital provincial y sede episcopal
Para la elaboración de sus inscripciones, los asidonenses utilizaron fundamentalmente mármol y caliza, y entre sus soportes calizos merece especial mención un tipo troncocónico invertido (CIL II, 5408; González 1982, nº 26; González-Montañés 2020, nº4), sin paralelos en Hispania hasta el momento. En total conocemos 58 epígrafes de Asido, de los cuales 23 son inscripciones funerarias (placas, aras, estelas), 7 honoríficas, 5 edilicias, 1 votiva, 10 instrumenta inscripta y 6 tardo-antiguas, una de las cuales menciona la consagración de una basílica por el obispo Pimenio.
Las inscripciones antiguas y tardo-antiguas fueron del interés de los anticuarios ya desde el siglo XVI: algunas de ellas fueron incluidas en los manuscritos de los italianos M. Accursio y B. Ramberto y del luxemburgués N. Mamerano. Entre los hispanos, J. Fernández Franco recoge algunas en sus obras y P. Barrantes en sus Ilustraciones de la Casa de Niebla. En el siglo XVII hay que mencionar a R. Caro, y en el XVIII, a L. J. Velázquez, marqués de Valdeflores. De esta centuria es la obra de J. N. González de León, Inscripciones que se hallan en… Medina Sidonia este año de 1774, una de las obras germen de la literatura histórico-arqueológica de Medina Sidonia. Pero el verdadero impulso a la epigrafía asidonense, ya en el siglo XIX, viene de la mano de M. Pardo de Figueroa, más conocido como el Doctor Thebussem, escritor y Académico de la Historia natural de Medina Sidonia, quien mantuvo una estrecha relación profesional y epistolar con E. Hübner. Ya en el siglo XX el corpus de inscripciones asidonenses fue editado por J. González en 1982.
Helena Lorenzo Ferragut